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IUT "Dr. Federico Rivero Palacio"



lunes, 22 de marzo de 2010

Mi granito de arena

El pasado viernes 21 de marzo en mi “típica” jornada hacia la universidad no tenía más en que pensar sino en lo que veía, en el corto trayecto que hay entre Montañalta (el sitio donde resido) y el Instituto Universitario “Dr. Federico Rivero Palacio” ubicado en el Km. 8 de la Panamericana. Me distrajo una situación en especial; algo que está muy en boga últimamente: el tema de la contaminación. Según lo que veía en el pequeño viaje matutino me di cuenta de lo errada que puede estar la juventud de hoy y muchos adultos contemporáneos que se criaron con ciertas creencias contrarias a la realidad. En el camino veía como la gente quemaba basura de manera natural como si fuera un ejemplo a seguir. Este tipo de cosas afecta mucho al ecosistema por la emisión de Co2 al ambiente. No solo eso, también afecta la mente de quienes presencian dicho acto y lo ven como manera fácil y correcta para deshacerse de la basura.

En el mismo camino vi a un joven hablando de actualidad entre sus compañeros de clases era, según los clichés de nuestros días, el intelectual del grupo; pero parecía que toda esa gracia con la cual hablaba de Matemática y esa manera con la que se desenvolvía para hacer creer a sus amigos que él era superior, se iba por el “retrete” (por así decirlo) al botar toda la basura de sus botanas matutinas por la ventana del transporte en el que íbamos. Hecho que me hizo pensar: “que asco puede llegar a dar esta juventud rebosante de apariencias, sin argumentos y carente de cerebro alguno”. Esta persona al parecer no imagino que la basura que él arrojó fuera del móvil en el que íbamos a nuestra casa de estudio, podía causar graves daños tanto al ambiente como a otras personas , en aquel preciso instante cohibido de decirle que no estaba haciendo lo correcto recordé algunas veces cuando sí dije a las personas que hacían mal a nuestro hogar (el planeta Tierra) con tan solo tirar un papel de plástico al suelo y obtuve como respuestas el ser ignorado o palabras como “¿que me vas a hecha paja?” o “anda y recógelo tu si te duele tanto”.

Si en el pequeño grano de arena que yo trato de aportar a esta causa recibo sólo una sarta de palabras sin sentido, me pregunto cómo se sentiría el personal de la Unicef o Greenpeace quienes viven de esto y son ignorados constantemente y machacados moralmente por industrias adineradas que todo lo pueden con tan solo ofrecer una suma de dinero. Esto me inquieta y sólo quisiera saber cuando empezara a tomar conciencia la gente de que la contaminación no es un mito; es real, y lo estamos viviendo en la actualidad cuando las repercusiones las están sufriendo los menos indicados y no los máximos exponentes de la contaminación a nivel mundial.

Tomemos conciencia antes de que sea tarde.

K. Echeverria

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